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El Monasterio de Santa María de Rioseco, declarado Bien de Interés Cultural


El Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León ha aprobado este jueves la declaración del Monasterio de Santa María de Rioseco, en el Valle de Manzanedo, Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Asimismo, se delimita un entorno de protección, atendiendo al propio carácter y ubicación del monumento, como instrumento de preservación de la valiosa relación existente entre el monumento y el medio físico en que este se enclava.

Una edificación que poco a poco va recuperando parte de su esplendor perdido gracias al trabajo de la asociación Salvemos Rioseco, que a través del voluntariado y de una ardua labor está restaurando en la medida de sus posibilidades el monasterio.

El origen de este monasterio cisterciense se encuentra en un antiguo cenobio de fundación privada existente desde 1147 en Quintanajuar, en el Páramo de Masa. A finales del siglo XII, el rey Alfonso VIII, en el marco de su política de pacificación en la frontera de Castilla con Navarra, ofrece a los monjes de Quintanajuar la posibilidad de trasladarse a San Cipriano Montes de Oca en La Rioja. A comienzos del siglo XIII, la comunidad se trasladan al valle de Manzanedo, en el emplazamiento definitivo del que llegará a convertirse en uno de los centros cistercienses más importantes de Castilla desde el punto de vista económico.

La historia del monasterio es el resultado de diferentes épocas en los que se alternan períodos de crisis -siglos XVI y XVII- y de recuperación como en el siglo XVIII. En el siglo XIX, tuvieron lugar algunas exclaustraciones temporales. La desamortización definitiva se produjo con Mendizábal el 6 de noviembre de 1835. El Monasterio de Rioseco llegó a contar en sus momentos de mayor esplendor con una comunidad de más de 100 personas, una explotación agrícola modélica, con un destacado plan hidráulico que permitió desarrollar importantes cultivos de trigo, lino y viñedo, siendo especialmente reseñable la introducción de frutales en el Valle de Manzanedo.

En el Monasterio de Rioseco se advierten al menos tres momentos o fases constructivas. La primera fase en los siglos XIII-XIV, se corresponde a los primeros momentos de construcción de la iglesia, del antiguo claustro de una sola altura y de la sala capitular, en los que se aprecia la sobriedad ornamental que caracteriza la arquitectura cisterciense. Una segunda fase, en el siglo XVI, coincidente con una época de prosperidad económica del Monasterio, es en la que se acometen importantes obras, entre las que destaca el comienzo de la Sala Capitular y la contratación a Juan de Naveda de la obra del nuevo claustro renacentista. Finalmente se desarrolla una tercera fase en los siglos XVII y XVIII, período al que corresponde la construcción del actual claustro, así como la realización de importantes obras en el interior de la iglesia. A esta época corresponde la construcción de la cilla o granero.

El Monasterio de Rioseco constituye, asimismo, un ejemplo destacado del valor social del patrimonio cultural. Desde el año 2010, el colectivo ‘Salvemos Rioseco’ ha venido realizando una importante labor de recuperación del monasterio, acometiendo obras de consolidación de sus restos. También realiza una destacada labor de difusión, con acciones colectivas, culturales y turísticas, con semanas de voluntariado. Esta labor de difusión se completa con la realización de publicaciones y artículos, charlas y exposiciones de fotografía y pintura y un gran número de actividades destinadas a dar a conocer este bien patrimonial. Rioseco ejemplifica, de este modo, cómo el cuidado y la puesta en valor del patrimonio cultural y el fomento de su aprecio por los ciudadanos es un instrumento para la cohesión social y para generar nuevos recursos destinados a atender tareas de gestión y mantenimiento ordinario para el desarrollo territorial y el bienestar social, tal y como se establece en el Plan PAHIS 2020 del Patrimonio Cultural de Castilla y León.

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